domingo, 14 de enero de 2007

AMENAZAS QUE SUFREN LOS MAMÍFEROS MARINOS

A diferencia de los ecosistemas de tierra firme, el mar no está compartimentado, por lo que los territorios ocupados por los organismos son mucho más extensos y las redes alimentarias más largas y complejas. En la última década, los científicos se han servido de organismos indicadores para integrar esta complejidad. Entre ellos destacan los cetáceos, un grupo biológico que comprende ballenas, cachalotes, marsopas y delfines.

Muchos de estos animales son predadores situados al final de las redes alimentarias y que realizan amplias migraciones. Por este motivo concentran los contaminantes, resultan expuestos a los organismos patógenos y, en definitiva, resumen en sus tejidos las ricas interacciones del medio marino y los impactos humanos que en él se producen. El estado de sus poblaciones es el mejor indicador de calidad del mar.

Globalmente se trata del colectivo de animales más seriamente amenazado por las actividades humanas: de 118 especies, 83 están catalogadas por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) como sujetas a amenazas en su conservación. Dos especies se han extinguido en tiempos recientes, una decena se hallan actualmente al borde de la extinción, y una proporción significativa de sus poblaciones ha sido reducida a unos niveles tan bajos que su recuperación es dudosa.

Pesca:

Esta situación es el resultado de una larga historia de conflictos con el ser humano. Durante siglos, las ballenas han sido cazadas, en muchos casos hasta la completa extinción de poblaciones enteras, para obtener de ellas barbas para fabricar corsés, aceite, harinas para fertilizantes, carne para el consumo humano y productos cosméticos y medicinales. De las focas se ha extraído también aceite y su piel se ha utilizado además para fabricar calzado y cinturones. Los testículos de los leones marinos son un producto muy apreciado en diversas farmacopeas orientales y la carne de los delfines, manatíes y dugongs constituyen un delicioso plato en muchas culturas.
Si bien en la actualidad la explotación comercial no tiene la magnitud de que disfrutó en el pasado (hoy se cazan anualmente tan sólo unas 1.500 ballenas en todo el mundo, en comparación con las 50.000-60.000 que se llegaron a cazar cada año en la década de los sesenta), otras amenazas no menos insidiosas afectan de manera significativa la supervivencia de éstas y otras especies.

Los conflictos con la pesca

Las interacciones entre los mamíferos marinos y las actividades pesqueras se dan desde tiempos inmemoriales. La extinción de la foca monje en la mayor parte de las costas del Mediterráneo se debió a problemas de este tipo que pudieron originarse hace muchos cientos de años. En nuestras aguas, dada la gran diversidad de artes de pesca utilizadas y la magnitud de la flota, los conflictos son abundantes y producen la muerte de varios centenares de cetáceos cada año. Según el modo cómo se originan, estas interacciones pueden dividirse en tres tipo: capturas directas, capturas incidentales y agresiones directas por parte de los pescadores.

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