
LA CONTAMINACIÓN QUÍMICA
El mar es el destino final de la mayoría de los contaminantes producidos y vertidos por el ser humano y, por ello, resulta especialmente afectado por una amplia gama de compuestos.
Los compuestos organoclorados, y en particular los bifenilos policlorados o PCB, constituyen uno de los grupos de compuestos químicos sintéticos con mayor impacto en el medio marino.
Procedentes de la industria, son muy difíciles de degradar y poseen una larga vida media (en general de varias décadas). Se acumulan a lo largo de las cadenas alimentarias, incidiendo negativamente en los depredadores finales (grandes atunes, focas, tiburones y cetáceos). Los compuestos organoclorados tienen efectos inmunosupresores y hepatotóxicos, alteran el crecimiento y desarrollo óseo y son tumorogénicos. Además, debido a la similitud estructural que tienen con las hormonas sexuales, una buena parte de estos contaminantes produce alteraciones en el desarrollo sexual y afecta negativamente la reproducción.
Una confirmación de estos efectos se tuvo durante las últimas dos décadas, cuando diversas poblaciones de delfines y focas fueron devastadas por epidemias infecciosas en las que, repetidamente, aparecieron los PCB como activadores. En los brotes víricos que afectaron a las focas comunes en el Mar del Norte (1987) y a los delfines listados en el Mediterráneo (1991), los ejemplares que sucumbieron a la enfermedad presentaban concentraciones más elevadas de PCB que los que sobrevivieron. Estudios posteriores en el laboratorio demostraron que esta diferencia se debía al efecto inmunodepresor de este contaminante, que debilitó la capacidad de reacción de los ejemplares más contaminados.
Por el contrario, parece que los mamíferos marinos no se ven especialmente perjudicados por los metales pesados o elementos traza, otro grupo conocido de contaminantes marinos, aunque éstos se encuentren en concentraciones elevadas, ya que presentan mecanismos de defensa naturales para contrarrestar la toxicidad de estos compuestos. Asimismo, tampoco los vertidos de petróleo, por desgracia producidos con relativa frecuencia, parecen suponer un serio problema para la mayoría de mamíferos marinos. La única excepción son las nutrias marinas, en las cuales el petróleo adherido a su espeso pelaje les impide la termorregulación.
En los últimos años la atención se ha dirigido a los compuestos organoestánicos, unas sustancias que en el pasado se han empleado abundantemente en las pinturas de los barcos como antiincrustantes. Se sabe que estos compuestos producen esterilidad en muchas especies de peces y moluscos, principalmente en aquéllas que habitan cerca de puertos comerciales y deportivos, y en la actualidad se investigan sus potenciales efectos en los mamíferos marinos.
El futuro no es plácido. La industria química sigue creando a gran velocidad nuevos compuestos que en la mayoría de los casos irán a parar al mar, por lo que es de esperar que la cantidad de contaminantes en el medio marino aumente sin cesar. Lamentablemente, es esperable que muchos de éstos incidan negativamente en las poblaciones de focas y delfines hoy diezmadas por otras causas.
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